ESTEFANÍA GARCÍA PINEDA

 

La fuerza de lo simbólico es una constante en la obra de Estefanía García Pineda, objetos, atavíos y adminículos de las más variadas procedencias que al apropiárselos como partículas de su historia, hace que se conviertan en parte de su exploración artística.

Para su performance más reciente con gasa médica, se elaboró un sencillo y discreto vestido, recostó bocabajo su cuerpo en una camilla y entró en un profundo trance meditativo, para alejarse del dolor físico que le suponía la creación de un tatuaje en la planta de su pie derecho, el motivo elegido, el recorrido entre Montelibano Córdoba y Manizales, itinerario realizado por ella y su familia cuando aún era una niña.

El artífice del tatuaje con vestimenta totalmente negra, contrastaba definitivamente con la performer y con el espacio, la Sala Boris Vian de la Alianza Francesa de Manizales. La acción performática constituye la segunda parte de la obra -Latitud Cerro Matoso. Hacia una geografía corporal del conflicto- en la que la artista ha venido trabajando durante los últimos años.

En esta etapa particular de la obra, su exploración tiene como centro su recuerdo personal, su propia relación con las imágenes que confusamente vuelan en su memoria, la acción realizada mientras ella meditaba profundamente, le confiere un halo catártico, una íntima manera de transformar las vivencias de su primera infancia, una abstracción de su YO marcado por el desplazamiento desde una zona, a su vez, marcada por el conflicto armado.

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En la memoria personal los hechos del pasado se van borrando paulatinamente, el re-conocimiento de los hechos van quedando relegados con el paso del tiempo, van desapareciendo los testimonios de sí mismos, de la misma manera que un tatuaje inscrito en la planta de los pies, se va desvaneciendo con el recorrido, con el camino. Convertir en obra de arte, los más íntimos y recónditos recuerdos son atributos de esta obra.   

                                                                                                                                                                      Por: Oskar Trujillo Zuluaga.